A orillas de un majestuoso lago y enmarcada por montañas que aún en primavera se resisten a despintar sus cumbres de blanco, Meliquina es un destino en dónde la tranquilidad decidió afincarse.
Ríos que desafían los desniveles que el relieve montañoso expone; lagos de aguas turquesas; y el imponente blanco en el invierno; son sólo algunas de sus postales que Meliquina regala a sus visitantes.
Durante los días cálidos, las aguas claras y la brisa fresca proponen darse un buen chapuzón y, además, las arenas puras de Villa Lago Meliquina sugieren exponerse y aprovechar el dorado del sol.